martes, 13 de noviembre de 2012

Los coches nos fascinan desde pequeños


¡Qué los coches nos fascinan desde pequeños! es algo bien sabido por las marcas y por la industria del automóvil, por cierto, una de las más importantes. Desde que somos niños imitamos a nuestros padres conduciendo y muchos aprendemos a conducir recordando los movimientos y las costumbres que ellos tenían o tienen al volante.

Los coches forman parte de muchas cosas que para las personas acostumbran a ser importantes, la música por poner un ejemplo. Muchas estrellas aparecen en vídeos conduciendo un impresionante bólido, Ferrari, Porsche, entre otros. En ocasiones, el artista prefiere poner un acento más intimista y acorde a la canción como puede ser el caso de Bruce Springsteen en algunos de sus discos. El deporte también guarda una estrecha relación con el mundo del automóvil, ya sea porque algunas de sus estrellas los anuncian o porque se ha organizado un concurso en ese partido para que participen los espectadores y puedan ganarlo, que sin duda, es una buena estrategia de marketing para la marca.

¿Por qué nos fascinan los coches? Es una pregunta que ante su simplicidad resulta difícil responder, porque la respuesta reune muchos aspectos personales, aspectos con los que hemos crecido y que cada uno le adjudica un valor subjetivo. Pero de entre todas las cosas que se pueden analizar en las personas para poder responder a esa pregunta, probablemente podríamos considerar algunas que se presumen más generales.

La adrenalina, refiriéndose tal afirmación a la moderna expresión que significa que algo nos produce una intensa sensación de vértigo, como un nudo en el estómago, porque estamos haciendo algo peligroso, arriesgado pero que nos produce una profunda satisfacción dada su emoción.

La sensación de libertad que tanto la música como el cine han reflejado siempre. Quien no recuerda aquellas películas americanas en las que el protagonista carga su maleta en un viejo coche, normalmente un Mustang, para iniciar un largo viaje repleto de sorpresas y aventuras cuyo destino final desconocemos, o las películas de universitarios en las que dos o tres amigos deciden recorrer el país a coche. Siempre el coche se ha mostrado ante la sociedad como un símbolo de libertad, pero también de emancipación. En este sentido, podemos mencionar nuestras ganas cuando somos adolescentes e incluso con algunos años menos por llegar a cumplir la edad legal para poder adquirir el permiso de conducir. Pero también es cierto que la mujer encontró en el coche, mejor dicho, en la conducción del coche, un icono de emancipación de los rígidos cánones sociales a las que estaban sometidas en tiempos pasados.

Sea como fuere, esa pasión que en las personas despierta el coche ha dado lugar, entre otras cosas, a la aparición de numerosas competiciones internacionales de coches de las que sobresale la Fórmula 1. Hoy en día, pero no sólo hoy, los pilotos más cotizados semejan más estrellas del rock que deportistas, por su fama y por el tipo de vida que deben llevar tan sujeta a los caprichos del que tiene una vida pública. Todo este show puesto en marcha y que atrae a tantos millones de personas en el globo terráqueo, no hace mas que convertirse en una extraordinaria plataforma para las marcas fabricantes de coches para dar a conocer las virtudes de su tecnología, por ello invierten enormes cantidades de dinero, porque al final del día (como diría un británico)  detrás está la pasión y el júbilo que los coches provocan en las personas, una fascinación que nace ya en la infancia.